En honor a la verdad

“Por otra parte, triste noticia la del goleador Mijo que parece haber olvidado que el otrora cubero Sauce es una leyenda viva de la Chus, al ser el primer y único jugador albino en toda su historia, al cual le dedicó una enigmática y persistente sonrisa tras su escuadrazo, que aun hoy niega incluso con la mano sobre la botella de JB.”

Este párrafo, perteneciente a la crónica del Dharma-Chus, desató la polémica con epicentro en la mítica sonrisa que el cubero Mijo dedicó al ex·jugador de la Chus y ex·portero del Dharma (sin mí han ganado dos partidos de tres, por lo que parece inminente que me rescindan el contrato por bajo rendimiento) después de colarle un escuadrazo que el guardameta no olió (al más puro estilo Muro, que se ve que ha creado escuela porque Il Tabique también ha seguido sus pasos). Esta sonrisa fue negada hasta la saciedad por el presunto autor de la misma, con lo cual apareció un cruce de declaraciones ampliamente comentadas en el foro del presente blog. Según el portero, Mijo le dedicó una sonrisa perenne conforme volvía a su campo. Según el goleador, los ojos del otrora Sauce le engañaron haciéndole ver lo que él en su subconsciente deseaba.

El caso es que a día de hoy, nadie puede conocer quien de los dos miente como un bellaco.

¿O si?

Ah, que agusto se queda uno…

Mención especial merece el Gusti, que comparte también esa media sonrisa, aunque a día de hoy nadie sabe muy bien porqué ya que todos y cada uno de los intentos del susodicho por colarle un gol al ex·chopo fueron frustrados por el meta, y sin despeinarse… ¡Gusti, paquete!

En fin, volviendo al tema que nos ocupa, tras la prueba presentada por el fiscal Raulitos, se pide a la opinión pública un veredicto sobre el asunto a través de las votaciones en la encuesta publicada a tal efecto.

PD. Esta entrada va COMPLETAMENTE dedicada a nuestro jugador más internacional, Chelito López, por ausentarse de la cena de equipo fechada expresamente antes de que partiera hacia otros lares para que pudiera asistir a la misma. Y es que el Chele nunca dejará de sorprendernos. ¡AGUANTE CHELE!